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Una explicación (del latín "explicacion", acción de desplegar o desenvolver) es el acto de 'desplegar' lo que estaba doblado (plegado, implicado) y oculto en su interior, que no es visible o perceptible a la razón, haciendo comprensible lo que en un primer momento no lo era.
La explicación es el subsiguiente a la comprensión que hace posible la justificación de una creencia. Es "un intento por hacer compatible un hecho determinado con el conjunto de creencias, principios o convicciones que conforman nuestro conocimiento personal"[1]
La explicación es el proceso cognoscitivo mediante el cual hacemos patente el contenido o sentido de algo, que puede ser:
La explicación suele referirse al hecho de “dar razón”, es decir, hacer patente el qué, por qué, para qué, y el cómo de las cosas y de los sucesos del mundo en el conjunto de nuestro conocimiento tenido como cierto y verdadero.
La realidad se manifiesta al conocimiento humano como un proceso, en el que aparecen ciertas unidades, como sucesos o cosas implicadas unas en otras[2] cuyo conjunto forman el mundo, o un determinado aspecto o conjunto del mismo.
Explicar un suceso o una cosa es poder expresar mediante el lenguaje, los conceptos, causas, descripciones, génesis o leyes (respecto a leyes naturales o leyes positivas en su caso), que lo engloba coherentemente como elemento perteneciente a un conjunto a partir de la atribución de una determinada propiedad o conjunto de propiedades a dicho objeto o suceso.
Dicho en pocas palabras: Explicar es englobar dicho suceso o cosa dentro de un conjunto general, aplicable a toda una clase natural de objetos o sucesos.[3]
Dicho conjunto debe estar previamente definido y ser más conocido o aceptado como válido por todos los interlocutores. Se trata de una inclusión lógica, no meramente lingüística, que implica asimismo una validez reconocida por una comunidad competente.
Suele considerarse la respuesta a las preguntas: ¿qué es esto? ¿por qué esto es así? ¿por qué sucede esto? ¿Para qué? ¿Cómo?. Tradicionalmente se ha interpretado como reducir un fenómeno a sus causas.
La explicación debe estar determinada como concepto, discurso, ley, génesis, causa, o descripción, de forma que siempre que se dieran las mismas condiciones se espera que se producirán los mismos efectos (en el terreno de los hechos, cuando se trata de sucesión hechos), o las mismas explicaciones (cuando se trate de comprensión de significados de conceptos o discursos), para cualquier observador humano en iguales circunstancias.[4]
El conocimiento de la explicación debe permitir predecir, y en su caso reproducir, los sucesos o el contenido de los discursos respecto al mismo objeto de referencia, lo que vendría a constituir de alguna forma un «dominio sobre la naturaleza»,[5] y la perfección del conocimiento como verdad.[6]
Que el ideal de la explicación así descrita pueda ser realizado o no, así como los posibles métodos mediante los cuales pudiera realizarse, es la cuestión que trata el contenido del presente artículo.